miércoles, 23 de julio de 2008

Para eso sirven los catálogos...

Super shida forma de desquitarte de un gorroso jejeje


martes, 22 de julio de 2008

No seremos recordados por nuestras palabras, sino por nuestras acciones

Durante los duros años de la depresión, en un pueblo pequeño de Idaho, USA, solía parar en el almacén del Sr. Miller para comprar productos frescos de granja. La comida y el dinero faltaban y el trueque se usaba mucho. Un día en particular, el Sr. Miller me estaba empaquetando unas papas. De repente me fijé en un niño pequeño, delicado de cuerpo y aspecto, con ropa roída pero limpia que miraba atentamente un cajón de arvejas frescas maravillosas.
Pagué mis papas pero también me sentí atraído por el aspecto de las arvejas. Me encanta la crema de arvejas y las papas frescas! Admirando las arvejas, no pude evitar escuchar la conversación entre el Sr. Miller y el niño.

«Hola Barry, como estás hoy?»
«Hola Sr. Miller. Estoy bien , gracias. Solo admiraba las arvejas... se ven muy bien.»
«Sí, son muy buenas. ¿Cómo está tu mamá?»
«Bien. Cada vez más fuerte.»
«Bien. ¿Hay algo en que te pueda ayudar?»
«No Señor. Sólo admiraba las arvejas.»
«¿Te gustaría llevar algunas a casa?»
«No Señor. No tengo con que pagarlas.»
«Bueno, qué tienes para cambiar por ellas?
«Lo único que tengo es esto, mi canica más valiosa.»
«¿De veras? ¿Me la dejas ver?»
«Acá está. ¡Es una joya!»
«Ya lo veo. Mmmm... el único problema es que ésta es azul y a mí me gustan las rojas.
¿Tienes alguna como esta, pero roja, en casa?»
«No exactamente, pero casi.»
«Hagamos una cosa. Llévate esta bolsa de arvejas a casa y la próxima vez que vengas muéstrame la canica roja que tienes.»
«Desde ya! Gracias Sr. Miller.»

La Sra. Miller se me acercó a atenderme y con una sonrisa me dijo: «Hay dos niños más como él en nuestra comunidad, todos en situación muy pobre. A Jim le encanta hacer trueque con ellos por arvejas, manzanas, tomates, o lo que sea.
Cuando vuelven con las canicas rojas, y siempre lo hacen, él decide que en realidad no le gusta tanto el rojo, y los manda a casa con otra bolsa de mercadería y la promesa de traer una canica color naranja o verde tal vez.»

Me fui del negocio sonriendo e impresionado con este hombre.

Un tiempo después me mudé a Colorado pero nunca me olvidé de este hombre, los niños y los trueques entre ellos. Varios años pasaron, cada uno más rápidamente que el anterior. Recientemente tuve la oportunidad de visitar unos amigos en esa comunidad en Idaho. Mientras estuve allí, me enteré que el Sr. Miller había muerto.
Esa noche sería su velorio y sabiendo que mis amigos querían ir, acepté acompañarlos. Al llegar a la funeraria, nos pusimos en fila para conocer a los
parientes del difunto y para ofrecer nuestro pésame. Delante de nosotros en la fila, había tres hombres jóvenes. Uno tenía puesto un uniforme militar y los otros
dos unos lindos trajes oscuros con camisas blancas. Parecían profesionales. Se acercaron a la Sra. Miller quien se encontraba al lado de su difunto esposo, tranquila y sonriendo. Cada uno de los hombres la abrazó, la besó, conversó brevemente con ella y luego se acercaron al ataúd.
Los ojos azules llenos de lágrimas de la Sra. Miller los siguió uno por uno mientras cada uno tocaba con su mano cálida la mano fría dentro del ataúd.
Cada uno se retiró de la funeraria limpiándose los ojos. Llegó nuestro turno y al acercarme a la Sra. Miller le dije quién era y le recordé lo que me había contado años atrás sobre las canicas. Con los ojos brillando, me tomó de la mano y me condujo al ataúd.

«Esos tres jóvenes que se acaban de ir son los tres chicos de los
cuales te hablé. Me acaban de decir cuanto agradecían los «trueques» de Jim.
Ahora que Jim no podía cambiar de parecer sobre el tamaño o color de las canicas, vinieron a pagar su deuda.

«Nunca hemos tenido riqueza» -me confió- «pero ahora Jim se
consideraría el hombre más rico del mundo.»

Con una ternura amorosa levantó los dedos sin vida de su esposo. Debajo de ellos había tres canicas rojas exquisitamente brillantes. ** ooo **

Moraleja: No seremos recordados por nuestras palabras, sino por nuestras acciones. La vida no se mide por cada aliento que tomamos sino por las cosas que nos quitan el aliento.

domingo, 20 de julio de 2008

More than Words
By Extreme

Saying I love you
Is not the words I want to hear from you
It's not that I want you
Not to say, but, if you only knew
How easy, it would be to show me how you feel
More than words, is all you have to do to make it real
Then you wouldn't have to say, that you love me
Cos I'd already know

What would you do, if my heart was torn in two
More than words to show you feel
That your love for me is real
What would you say, if I took those words away
Then you couldn't make things new
Just by saying I love you

More than words...

Now that I've tried to, talk to you and make you understand
All you have to do is close your eyes
And just reach out your hands, and touch me
Hold me close don't ever let me go
More than words, is all I ever needed you to show
Then you wouldn't have to say, that you love me
Cos I'd already know

More than words...

More than words...
http://es.netlog.com/go/out/url=-aHR0cDovL3d3dy55b3V
0dWJlLmNvbS9yZXN1bHRzP3NlYXJjaF9xdWVyeT1FeHRyZW
1lKy0rTW9yZSt0aGFuK3dvcmRzKyU1QkthcmFva2UlNUQmYW
1wO3NlYXJjaF90eXBlPQ__